RATÓN se lo está pasando en grande persiguiendo la cola del Rey Leo, aunque sabe que es peligroso. Sin embargo, él se está haciendo mayor y más lento, y ella no puede evitar burlarse de él. El viejo león es bastante relajado, para ser un rey, pero Ratón lo está poniendo nervioso y cuanto más nervioso está, más mueve su cola, y cuanto más la mueve, más Ratón se divierte persiguiéndola. Finalmente, con un golpe rápido, Leo la atrapa con su enorme pata.

 
  “¡Lo siento, lo siento mucho! Prometo no perseguir tu cola nunca mas, ¡por favor déjame ir!”

 
  El rey mira al pequeño animal asustado. ¡Como si fuera tan fácil! Tiene una reputación que mantener. Si se corre la voz de que él la dejó ir, sería visto como una debilidad. ¿Quién lo respetaría entonces? ”

  
   “No me parece.”

 
   “Por favor”, suplica Ratón. “Dame mi libertad y un día te devolveré el favor.” 
  León se ríe. ¿Cómo algo tan pequeño podría hacerle algún servicio?

 
  “¿Cómo tu podrías ayudarme a mi, León, Rey y Gobernante de la Tierra? Sin embargo, tienes espíritu y te dejaré ir con una advertencia. Mantente alejado, no vuelvas a acercarte a mí o la próxima vez no tendrás tanta suerte.”

   “¡Prometo! ¡Nunca más! “Y una cosa más... no se lo digas a nadie.”

   Ratón está de acuerdo, el asunto se resuelve y la vida continúa como de costumbre hasta que una mañana Leo cae en una red tendida por cazadores, camuflado en un grupo de árboles. 


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